Biografía

Nació en Sabana de Chavón, La Romana, el 9 de Noviembre de 1937. Estudió derecho y periodismo en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Fue cónsul en La Guaira, Venezuela y viceministro de la Presidencia del gobierno que encabezó el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.

Ha publicado ensayos sobre el origen del merengue y la narrativa dominicana. Es autor de los libros “Cuentos del Abuelo Julio”, “La ciudad clandestina y los secretos del General” y una novela llamada “Al final del arco iris” (1982). Sus cuentos “A partir de esta noche” y “Sonámbulo” fueron premiados por el Movimiento Cultural Dominicano y Casa de Teatro, respectivamente.

Inició y dirigió por muchos años, el suplemento “Cultura” del periódico El Nacional de ¡Ahora! “Cultura” pronto se convirtió en vocero de voces dominicanas nuevas. “Cultura” estaba abierto a todas corrientes literarias, a diferencia de otros suplementos culturares que existieron (y quizás todavía existen) en la República Dominicana, que eran “mafias literarias” para exponer puntos de vista, tendencias literarias que eran defendidas y/o promovidas por esos “intelectuales”.

Su prosa es precisa y sus temas son en general sociales. Escribió un cuento breve que está entre los cinco o seis mejores cuentos breves escritos en español

jueves, 3 de enero de 2013

Los fondos de pensiones



Los fondos de pensiones

Al sobrevolar Puerto en el año 2001 cuando acudimos, Miriam y yo, al cumpleaños de mi tía Marianela Victoria Peguero, celebrado por toda la familia en San Juan, vi que hay escasa tierra para la agricultura, porque todo está urbanizado.
En mis años de ejercicio del periodismo siempre he sido de los dominicanos preocupados por el uso de la tierra.
Aquí, donde todos los códigos están escritos y sólo se aplican las partes que convienen o no contravienen a la autoridad, hay desde hace años gran preocupación por el uso de la tierra.
Lo fundamental es el enfrentamiento en el uso de la tierra para la producción agrícola y pecuaria y la que se refiere a la urbanización, la construcción de viviendas.
En aquel vuelo sobre Puerto Rico me alarmó cómo las casas se comieron el terreno llano, el de las faldas de las montañas y cómo comenzaban a bordear la parte superior de las lomas.
Aunque aquí tenemos leyes y regulaciones municipales sobre el uso de suelos, basta con que a cualquier carajete político o uniformado, le interese violar la ley, comienza una construcciones no permitida para el lugar donde levanta el edificio y luego, aunque haya decisiones judiciales o municipales, la construcción avanza, se concluye y colorín colorado, este cuento está acabado.
Hemos tenido mucha tierra pero la hemos usado de manera desordenada, sin planear si conviene sembrar de varillas y cemento un lugar o si conviene mantenerlo para la producción. Algunas de las mejores tierras del país tienen sembrada una urbanización que no produce ningún alimento.
Hay que usar los recursos con inteligencia. Hay que tomar las decisiones sobre los recursos mirando hacia el futuro, Los recursos son limitados. Constructores, urbanizadores, ingenieros, negociantes de bienes raíces achican la tierra de buena calidad para la agricultura, para construir casas.
Mi primo Jorge Gautreau Ibarra me enseñó que “ya Dios no está haciendo tierra”.
Ahora que el fondo de pensiones tiene tantísimo dinero hay quienes sueñan con usarlo para construir casas, entrar sus manos, sus ambiciones, sus malas mañas, en esa montaña de riqueza acumulada y dar paso a más corrupción., Hasta el Colegio de Ingeniero tiene un proyecto de construcción de viviendas unifamiliares para sus miembros y reclama dinero del fondo de pensiones para construir esas casas.
Uno se pregunta ¿Cuánto terreno se necesita para construir casas para miles de ingenieros, médicos, dentistas, músicos, locutores, periodistas, peloteros y desnudistas? ¿Y a eso vamos a dedicar los fondos de pensiones? ?Con qué dinero se pagarán las pensiones? ¿Pagarán por las casas o las regalarán como la mayoría de las que se dieron a administrar a Bienes Nacionales?
No permitamos que se gasten los fondos de pensiones alegremente.

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