Pasemos
a la acción
Miledy Cabral me invitó a su
programa de televisión, 1986, me preguntó: Señor Gautreaux, usted que es un
defensor de Salvador Jorge Blanco, la interrumpí y comenté: Miledy, yo no
defiendo a Jorge Blanco, a quien defiendo es a mí.
Miledy, rápidamente, me
dice: “pero usted no es acusado”. Y le respondí: cierto, pero a quien defiendo
es al ciudadano común, al que no tiene quien lo defienda, aquel de quien
hablaba Bertoldo Brecht cuando dijo que cuando fueron a buscar presos a
políticos comunistas, a sindicalistas, a gente contestataria no le preocupó
hasta que cuando lo fueron a buscar ya era tarde.
Imagina, le dije a Miledy,
que todo el poder del gobierno sea usado para perseguir a una persona como yo
¿dónde iría a parar? Cuando Joaquín Balaguer la emprendió contra Salvador lo
hizo pensando en las elecciones del 1990, que todo parecía indicar que Jorge
Blanco ganaría.
A ese poder omnímodo de
Balaguer, dueño de un Congreso lacayuno, una Suprema Corte de Justicia
integrada por borregos, por gente que movía la cabeza como el muñeco que
presidía el café de Daniel Olivero, cuya maquinaria fue construida para que
inclinara la cabeza, hasta el fin de los siglos, asintiendo con todo lo que
pasaba en el lugar.
Balaguer le temía el poder
de un Partido Revolucionario Dominicano compacto, cohesionado, por eso
conquistó temprano a Juan Bosch, pero este último ya no narigoneaba al PRD.
Exacerbó las diferencias
entre Jacobo Majluta y José Francisco Peña Gómez dividió al PRD, y logró
gobernar hasta que la fuerza del partido blanco le tumbó el pulso y buscó a los
seguidores de su antiguo y siempre cómplice Juan Bosch. Ahora el juego a la
división lo dirige Leonel y Miguel, como ayer lo hizo Balaguer.
Aunque las acusaciones
contra Salvador nunca fueron comprobadas, el PRD desunido fue vencido una y
otra vez.
En las pasadas elecciones la
maniobrabilidad política de Leonel Fernández y la traición de Miguel Vargas,
yugularon las aspiraciones del pueblo que votó por Hipólito Mejía, ganó las
elecciones, pero no pudo llegar al poder.
En nuestra historia hay
precedentes de traidores que se han alzado con el gobierno, entran por la
puerta de atrás personajillos y bribones, cuyas bajas acciones distorsionan los
procesos democráticos y logran desviar el avance del pueblo hacia la
satisfacción de sus necesidades.
Es de todos la
responsabilidad de denunciar, descubrir y parar, a como dé lugar, a los
marrulleros, politiqueros, cultores de la dictadura y la dictablanda,
personajillos que actúan a la sombra de sus maquinaciones.
Duarte lo dijo de esta
manera: “Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y
verdaderos dominicanos serán víctimas de sus maquinaciones” ¿Qué esperamos?