Biografía

Nació en Sabana de Chavón, La Romana, el 9 de Noviembre de 1937. Estudió derecho y periodismo en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Fue cónsul en La Guaira, Venezuela y viceministro de la Presidencia del gobierno que encabezó el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.

Ha publicado ensayos sobre el origen del merengue y la narrativa dominicana. Es autor de los libros “Cuentos del Abuelo Julio”, “La ciudad clandestina y los secretos del General” y una novela llamada “Al final del arco iris” (1982). Sus cuentos “A partir de esta noche” y “Sonámbulo” fueron premiados por el Movimiento Cultural Dominicano y Casa de Teatro, respectivamente.

Inició y dirigió por muchos años, el suplemento “Cultura” del periódico El Nacional de ¡Ahora! “Cultura” pronto se convirtió en vocero de voces dominicanas nuevas. “Cultura” estaba abierto a todas corrientes literarias, a diferencia de otros suplementos culturares que existieron (y quizás todavía existen) en la República Dominicana, que eran “mafias literarias” para exponer puntos de vista, tendencias literarias que eran defendidas y/o promovidas por esos “intelectuales”.

Su prosa es precisa y sus temas son en general sociales. Escribió un cuento breve que está entre los cinco o seis mejores cuentos breves escritos en español

miércoles, 27 de marzo de 2013

¿Aguas subterráneas del Parque Hostos?



¿Aguas subterráneas del Parque Hostos?

En los heroicos tiempos del nunca bien llorado califa Harun ar Raschid, afectó a Bagdad una epidemia que permitió al gobernante pensar que el mal venía de fuera y ordenó cerrar las gruesas y altas puertas de acceso a la ciudad, como una medida de salud pública para controlar el mal.
Las reuniones de los sabios y las preces elevadas por los gobernantes, los grandes sacerdotes, los arúspices y los adivinadores que operan en las orillas de los mercados, no lograron determinar el origen y la posible cura de los males que atacaban la ciudad.
Luego de todas las investigaciones, se determinó que la principal fuente de agua, después del río disminuido al máximo por dos años de sequía, era el pozo situado en el centro de la plaza pública.
Los sabios doctores llegados de Egipto y de la India, así como estudiosos de la historia, determinaron que el agua que alimentaba a la población de Bagdad era parte de un río subterráneo que pasaba por un antiguo cementerio.
A mi compadre Rafael Díaz Vásquez, su hermano Carlos Duarte, sus primos Leonel y Orlando Vásquez Noboa y a mí, nos tocó conocer a Santo Domingo, al aprender la historia y la geografía de la ciudad entre libros y caminatas.
Así supimos que fue en la Plaza Colombina donde se depositó la mayoría de los cadáveres de las víctimas del ciclón de San Zenón. Allí luego se construyó un parque de diversiones para niños y jóvenes que se llamó Parque Ramfis, por el hijo mayor del tirano Trujillo y, posteriormente y hasta hoy, Parque Hostos, en honor al ilustre maestro antillanista Eugenio María de Hostos.
Dicen los entendidos que las aguas subterráneas de la ciudad de Santo Domingo están contaminadas por su conexión con los miles de pozos sépticos que recogen los excrementos humanos.
Los ríos subterráneos de la ciudad, son corrientes de agua definitivamente contaminada que no debe ser empleada para uso humano.
No hay tiempo ni necesidad de enviar por los sabios de Egipto y de la India para determinar que el agua que corre desde el tercer escalón de la ciudad hasta el malecón, está totalmente contaminada y su consumo es dañino para la salud.
Ante la insistencia del Síndico Salcedo y del director del Acueducto, Montás, en usar las corrientes subterráneas del Parque Hostos, para que los gozadores naden entre la contaminación y se tomen su trago entre juego y juego, imagino que Salud Pública hizo examinar cuidadosamente esas aguas antes de permitir la fuente de contaminación que serán esas piscinas “deportivas”.
Es inmoral, ilegal e inhumano poner la demagogia por encima de la salud pública.
La clarinada ha sonado, quien no la escuche y respete que se atenga a sus consecuencias.

domingo, 24 de marzo de 2013

La Injusticia



La Injusticia

A menudo leo, escucho y hasta comento sobre la importancia comercial de la seguridad jurídica, bandera de los países que necesitan inversión extranjera para su desarrollo, ya que los capitalistas criollos contribuyen al progreso de las naciones donde guardan sus ahorros.
Guardar las riquezas en el extranjero no es una demostración de falta de patriotismo sino del conocimiento, la convicción de que la inseguridad jurídica afecta al inversionista extranjero o criollo.
La seguridad jurídica o la inseguridad jurídica dependen de la voluntad humana, de la inteligencia, de la profundidad de los conocimientos, de la experiencia, de la reciedumbre moral del o de las personas que tienen en sus manos la administración de las leyes, que no necesariamente aplican y respetan con justicia.
La justicia da a cada quien lo que le corresponde, pero la organización de la sociedad obedece más que al espíritu de ser justo, a barajar las piezas para que le toque la mejor parte a quien baraja.
Manejada por hombres, tiene dentro de sí las mejores posibilidades y las peores lacras.
Hablar de la seguridad jurídica no es sólo de la que requieren los inversionistas extranjeros sino las que deben regir para los inversionistas en general.
Pero la preocupación por la seguridad jurídica debe ir más allá de lo comercial, se requiere de seguridad jurídica para las personas, para que quien quiera pueda caminar por las calles sin temor a ser asaltado y asesinado porque la autoridad ejecuta mecanismos de prevención y con la seguridad, con la certeza de que quien cometa un delito será tratado sin favor ni temor, porque la autoridad actuará sin injusticia ni privilegios.
Hay que reforzar la seguridad jurídica de los inversionistas extranjeros y los de la gente del común, la que no tiene padrinos políticos, ricos, eclesiásticos, militares o policías.
Dado que ejercemos la irresponsable memoria selectiva, olvidamos que al excelente pelotero César Cedeño se le perdonó la muerte de una joven que lo acompañaba en un motel, que se le arregló el asunto a un joven pelotero de Grandes Ligas quien resolvió un homicidio a papeletazos, por aquello de “el muerto al jollo y el vivo al bollo”. El caso de la presentadora de TV en cuyo carro hallaron dos maletas llenas de dinero que las autoridades dicen es fruto de lavado de activos, la protegen, la despachan y poco falta para que la presenten como una Virgen de la Altagracia.
El último y más reciente caso de la falta de seguridad ciudadana es la decisión de dejar en las calles, al joven que mató a tres hermanos al chocarlos mientras manejaba imprudentemente a exceso de velocidad en una calle llena de celebrantes

martes, 19 de marzo de 2013

Mi primer éxito periodístico



Mi primer éxito periodístico

Confieso que cuando tomé el libro “Mis Recuerdos Imborrables” pensé, ante su poco volumen, que el profesor Rafael Molina Morillo debía tener muchos más recuerdos imborrables de los que consignaba en el texto que aún ni siquiera había hojeado.
El prejuicio resultó engañoso: la obra tiene todo lo que tiene que tener. Aunque el autor escogió verter sus recuerdos de manera muy escueta, acabo de leer la obra de dos sentadas.
Cuando leí “Enviado Especial”, de Ernest Hemingway, vi que se trataba de una serie de pequeños pero ricos reportajes donde el periodista recogía aspectos curiosos, importantes, fruto de agudas observaciones que contribuían a educar al pueblo norteamericano, al hacer contrastar sus costumbres con las de Europa.
Molina no se dejó llevar del gusto por el detalle, su obvia sorpresa ante la forma de vida europea, las costumbres, las comidas, los vestidos, el cambio de estaciones, las bebidas, la música, los bailes, las flores, los árboles, la cultura y la vida colgada en salas de museos cuyas pinturas y esculturas son fuentes de sabiduría, enseñanza e información.
Aunque lo impresionara en su momento, al profesor Molina lo que realmente le interesó fue usar un escalpelo verbal para extraer de sus recuerdos la parte medular de los ricos detalles que ojalá se decida a publicar, en una próxima entrega de sus “Recuerdos Imborrables”.
El profesor Molina cerraba el periódico El Caribe dos días a la semana: los miércoles y los domingos le solicité que me permitiera estar presente en esos momentos, a lo que accedió de inmediato.
Aquella noche entraba por primera vez al despacho que ocupaba en su condición de Director Ejecutivo del diario El Caribe, entonces el principal periódico del país.
Primero me dio un paseo por el periódico y finalmente me ordenó sentarme a verlo trabajar, Le llevaban una prueba de cada una de las páginas para su aprobación las cuales me mostraba mientras me hacia una y otra observación.
Un titular de primera página decía algo así como: “Llamado a huelga paralizará el país” y cuando me la mostró dije que había un error porque el simple “llamado a huelga” no paralizaría el país, por aquello de que “va a llover no moja”.
El profesor Molina con su sonrisa de medio lado me dio la razón, ese fue mi primer éxito periodístico.
Ese asunto tan nimio no forma parte de sus recuerdos imborrables pero para mí es uno de los que comparto con él
El profesor Molina tiene sus recuerdos pero debe saber que forma parte importante de los recuerdos de otros quienes como yo, hemos andado en los mismos tiempos, en ocasiones de forma paralela a sus andanzas.