Biografía

Nació en Sabana de Chavón, La Romana, el 9 de Noviembre de 1937. Estudió derecho y periodismo en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Fue cónsul en La Guaira, Venezuela y viceministro de la Presidencia del gobierno que encabezó el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.

Ha publicado ensayos sobre el origen del merengue y la narrativa dominicana. Es autor de los libros “Cuentos del Abuelo Julio”, “La ciudad clandestina y los secretos del General” y una novela llamada “Al final del arco iris” (1982). Sus cuentos “A partir de esta noche” y “Sonámbulo” fueron premiados por el Movimiento Cultural Dominicano y Casa de Teatro, respectivamente.

Inició y dirigió por muchos años, el suplemento “Cultura” del periódico El Nacional de ¡Ahora! “Cultura” pronto se convirtió en vocero de voces dominicanas nuevas. “Cultura” estaba abierto a todas corrientes literarias, a diferencia de otros suplementos culturares que existieron (y quizás todavía existen) en la República Dominicana, que eran “mafias literarias” para exponer puntos de vista, tendencias literarias que eran defendidas y/o promovidas por esos “intelectuales”.

Su prosa es precisa y sus temas son en general sociales. Escribió un cuento breve que está entre los cinco o seis mejores cuentos breves escritos en español

viernes, 21 de junio de 2013

¿A quién beneficia?



¿A quién beneficia?

Se supone que quien forma parte de un grupo, asociación, gremio, sindicato, partido, acepta y se compromete a respetar las reglas de juego que se escriben para que pueda haber armonía en el conglomerado.
Se supone, que cualquiera de sus miembros sabe que debe respetar, y respeta, las decisiones aprobadas dentro de la regla de oro de la democracia: elegir y ser elegido.
Se supone que las decisiones dentro de la sociedad deben ser fruto de la voluntad de la mayoría de los integrantes de los organismos, luego de una discusión transparente y libre de la cual resultan disposiciones y mandatos que deben ceñirse a lo dispuesto por la ley contenida en sus estatutos.
Se supone que el intento de imposición o la imposición misma, viola las leyes, muestra un espíritu agresivo, antidemocrático y dictatorial, que no debe ser permitido ni respetado por los demás.
Se supone que los miembros de un grupo no entregan su cabeza, ni negocian su pensamiento y sus acciones a ninguna persona.
Se supone que si cada miembro de la asociación mantiene la cabeza sobre sus hombros, sus derechos deben ser respetados siempre que la persona acate y cumpla sus leyes, las cuales acepta democráticamente.
Se supone que cualquier intento de imposición o imposición misma, será y deberá ser enfrentado por otros u otros miembros quienes trabajarán en pro de la unidad para la supervivencia de la entidad.
Se supone que todo miembro de una asociación voluntaria debe tener, y tiene, la libertad de pensar, proponer, actuar, sin otro freno que los documentos que regulan la vida de la sociedad.
Se supone que ningún miembro del grupo tiene derecho a imponerse por la fuerza o por el poder del dinero, sin que su conducta sea cuestionada y sancionada por la decisión de la mayoría.
Se supone que nadie es dueño de un conjunto de personas que voluntariamente deciden agruparse con fines claros y definidos.
Se supone que la asociación voluntaria de personas a un grupo, debe estar rodeada de todas las garantías de respeto a la libertad de ejercer sus derechos democráticos, por encima de apetencias que se coloquen fuera de los reglamentos.
Se supone que en un partido político las posiciones se obtienen mediante el voto de la mayoría de los miembros de cada nivel de la organización, emitidos sin ninguna presión, coerción, abuso de poder o asociación con fines no santos.
Se supone que a nadie se le regalan las posiciones porque actúen como secuestradores de un partido.
¿A quién beneficia? la resbalosa posición de Miguel Vargas Maldonado cuando actúa como dice el refrán: “cuando digo digo no digo digo sino que digo Diego”.
Nos mienten, saben que nos mienten, pero no nos engañan.

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