El gobierno anuncia austeridad
El último desgobierno de Leonel Fernández agudizó algunos de los más graves
problemas del país al aumentar la deuda externa y endeudar el país con un
déficit fiscal superior a los 150 mil millones
de pesos.
Hay frases y palabras que se ponen de moda y es preciso explicarlas con
claridad, eso del déficit fiscal quiere decir que el gobierno de Leonel y sus
cómplices malgastó más dinero que los ingresos públicos, con todo y aumentar la
deuda externa de manera escandalosa.
Que ese dinero se fue en echarle sal al mar, en compra de votos, en
vagabunderías propias de maleantes políticos que echaron mano de lo que había y
de lo que encontraron para quedarse en el poder.
Lo interesante es ver cómo alguna gente se ocupa de justificar a Leonel y
su desgobierno con acciones tan absurdas como hablar de austeridad, como si
todavía fuésemos tan ingenuos para entrar el dedo porque la cotorrita no está.
Leonel lo hizo tan mal, pero tan mal, que se esperaba que la escobita nueva
barriera hacia afuera la escoria cargada de maldad, corrupción, ingenio para
robar, ambiciones escandalosas que se estrujan al pueblo con una exhibición de
súbito bienestar que sólo los gánsteres y los narcotraficantes, muestran con
igual descaro.
Estos de aquí rompieron la pudorosa costumbre elogiada por el presidente
Ulises Heureaux, quien recomendó a un compadre esconder las plumas de la
gallina robada servida en vajilla de Limoges y finos vinos escanciados en copas
de cristal de bacarát.
Obviamente los “compañeros” probaron y les gustó el ejercicio del título de
la película del cineasta español Luis Buñuel: “El discreto encanto de la
burguesía” y decidieron sustituir a los ricos mediante una oligarquía
plutocrática impenetrable, amarrada, protegida y blindada con el control de las
Cámaras Legislativas, cuyos miembros están adormecidos por injustificables
ingresos extra mediante los sobresueldos llamados “barrilitos” y controlados
los Tribunales Superiores en muchos de cuyos miembros la vergüenza se fue de
vacaciones y la honestidad se disolvió por arte de birlibirloque.
El cambio de Presidente de la República se convirtió, en pocos días, en el
aumento y continuidad del clientelismo, en el engaño al pueblo cuando se
convirtieron centenares de viceministros en asistentes, ayudantes y cuanto
eufemismo fueron capaces de inventar para crear nuevos empleos y mantener los
viejos porque hay que respetar las vagabunderías de Leonel Fernández y su
pandilla, para no disgustar al líder.
Era impensable la no persecución, “ni con el pétalo de una rosa” de tanto
bandidito y bandido que se llevó entre sus largas uñas los dineros del erario
como si fuesen propios.
Y ahora este gobiernazo anuncia que continuará la austeridad. ¿Cuál? ¿La de
nombrar botellas de bajos sueldos?
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