Biografía

Nació en Sabana de Chavón, La Romana, el 9 de Noviembre de 1937. Estudió derecho y periodismo en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Fue cónsul en La Guaira, Venezuela y viceministro de la Presidencia del gobierno que encabezó el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.

Ha publicado ensayos sobre el origen del merengue y la narrativa dominicana. Es autor de los libros “Cuentos del Abuelo Julio”, “La ciudad clandestina y los secretos del General” y una novela llamada “Al final del arco iris” (1982). Sus cuentos “A partir de esta noche” y “Sonámbulo” fueron premiados por el Movimiento Cultural Dominicano y Casa de Teatro, respectivamente.

Inició y dirigió por muchos años, el suplemento “Cultura” del periódico El Nacional de ¡Ahora! “Cultura” pronto se convirtió en vocero de voces dominicanas nuevas. “Cultura” estaba abierto a todas corrientes literarias, a diferencia de otros suplementos culturares que existieron (y quizás todavía existen) en la República Dominicana, que eran “mafias literarias” para exponer puntos de vista, tendencias literarias que eran defendidas y/o promovidas por esos “intelectuales”.

Su prosa es precisa y sus temas son en general sociales. Escribió un cuento breve que está entre los cinco o seis mejores cuentos breves escritos en español

viernes, 19 de julio de 2013

Así no fue que hablamos



Así no fue que hablamos

En veces me pregunto si valió la pena salir a las calles a construir la libertad y la democracia, mientras algunos zánganos permanecieron a la espera del guiso que colocaran los alimentos sobre la mesa, apartar a los luchadores y sentarse antes que nadie a disfrutar del condumio.
En veces me pregunto si fue que en los afanes por cuidar que la débil llama de la institucionalidad iluminara el camino nos descuidamos en educar, en ejemplarizar con nuestras conductas.
En veces me pregunto si estábamos tan ocupados haciendo un camino para que en el país imperaran una adecuada y respetable administración de las leyes, jueces justos, autoridades que actuaran apegadas a los mandatos de la Constitución, que no logramos crear una conciencia donde la honradez, el trabajo, el respeto por los demás, el rechazo de la corrupción, fueran las normas de acción de todos
En veces me pregunto si nos dejamos cegar y permitimos el cambio del modelo de actuar acorde con los principios morales que enseñan a no robar, no matar, no mentir, no chismear.
En veces me pregunto si es cierto que la vergüenza está de vacaciones permanentes y que la sociedad dominicana ha sufrido un vuelco tan profundo que la vida se volvió patas arriba y todo aquello por lo que hemos luchado se convirtió en un saco de sal que echamos al mar, a ver si éramos capaces de elevar el nivel de las aguas en la playa.
En veces me pregunto en qué momento de la historia comenzó un proceso de reversa que algunos creen indetenible y permitimos que nos embrujaran para que no viéramos cómo y dónde se perdió el rumbo cierto del camino en que íbamos consolidando el presente, construyendo futuro y comenzó un proceso de reversa que algunos creen indetenible.
Ahora me doy cuenta de que la sociedad dominicana de hoy no es el fruto de las luchas de mi generación que tan importantes logros produjo con el propósito claro y definido de que este fuera un mejor país, como dijo Hipólito Mejía, pero para todos.
¿Todas aquellas luchas se produjeron para que personajillos como Leonel Fernández y su caterva de insignificantes se alzaran con los recursos del Estado y se convirtieran en millonarios de la noche a la mañana? ¿Permitiremos que prevalezcan la injusticia y la impunidad?
¿Permitiremos que las glorias del Partido Revolucionario Dominicano sean cosechadas por “Jaliscos” de nuevo cuño, salteadores que actúan en política como si fuese un juego de azar donde las cartas marcadas darán ganancia a quienes son capaces de cualquier bajeza, de cualquier traición?
¡Vámonos a las calles! en nuevas jornadas por la libertad y la democracia a reclamar los derechos conculcados.

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