Así no fue que hablamos
En veces me pregunto si valió la pena salir a las calles a construir la
libertad y la democracia, mientras algunos zánganos permanecieron a la espera
del guiso que colocaran los alimentos sobre la mesa, apartar a los luchadores y
sentarse antes que nadie a disfrutar del condumio.
En veces me pregunto si fue que en los afanes por cuidar que la débil llama
de la institucionalidad iluminara el camino nos descuidamos en educar, en
ejemplarizar con nuestras conductas.
En veces me pregunto si estábamos tan ocupados haciendo un camino para que
en el país imperaran una adecuada y respetable administración de las leyes, jueces
justos, autoridades que actuaran apegadas a los mandatos de la Constitución,
que no logramos crear una conciencia donde la honradez, el trabajo, el respeto
por los demás, el rechazo de la corrupción, fueran las normas de acción de
todos
En veces me pregunto si nos dejamos cegar y permitimos el cambio del modelo
de actuar acorde con los principios morales que enseñan a no robar, no matar,
no mentir, no chismear.
En veces me pregunto si es cierto que la vergüenza está de vacaciones
permanentes y que la sociedad dominicana ha sufrido un vuelco tan profundo que
la vida se volvió patas arriba y todo aquello por lo que hemos luchado se
convirtió en un saco de sal que echamos al mar, a ver si éramos capaces de
elevar el nivel de las aguas en la playa.
En veces me pregunto en qué momento de la historia comenzó un proceso de
reversa que algunos creen indetenible y permitimos que nos embrujaran para que
no viéramos cómo y dónde se perdió el rumbo cierto del camino en que íbamos
consolidando el presente, construyendo futuro y comenzó un proceso de reversa
que algunos creen indetenible.
Ahora me doy cuenta de que la sociedad dominicana de hoy no es el fruto de
las luchas de mi generación que tan importantes logros produjo con el propósito
claro y definido de que este fuera un mejor país, como dijo Hipólito Mejía,
pero para todos.
¿Todas aquellas luchas se produjeron para que personajillos como Leonel
Fernández y su caterva de insignificantes se alzaran con los recursos del
Estado y se convirtieran en millonarios de la noche a la mañana? ¿Permitiremos
que prevalezcan la injusticia y la impunidad?
¿Permitiremos que las glorias del Partido Revolucionario Dominicano sean
cosechadas por “Jaliscos” de nuevo cuño, salteadores que actúan en política
como si fuese un juego de azar donde las cartas marcadas darán ganancia a
quienes son capaces de cualquier bajeza, de cualquier traición?
¡Vámonos a las calles! en nuevas jornadas por la libertad y la democracia a
reclamar los derechos conculcados.
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