El títere y el titiritero
Cuando se precisa de la fuerza como argumento para demostrar que se tiene
razón, obviamente que se muestra un grave punto de debilidad ante el
interlocutor.
Cuando se precisa de la fuerza para exhibir el poder de opresión de un
grupo, se muestra hasta dónde ha llegado la desvergüenza.
Cuando se precisa de la fuerza ajena como modo de expresión en favor de una
causa, evidentemente hay una debilidad intrínseca que muestra y demuestra
cuánto se aleja un grupo de principios, historias, decencia, apego a la ley.
Cuando en política se precisa de la fuera ajena, se demuestra que se carece
de la aprobación de las mayorías que deben ser las que creen los liderazgos y
promuevan sus dirigentes en un ejercicio decente, libre y democrático.
Cuando el gobierno se quita la careta y tiene que emplear el poder
coercitivo del Estado en favor de un grupo político se está ante el inicio de
un ejercicio antidemocrático y negador de la libertad individual y colectiva.
Cuando un partido se suma al gobierno para realizar una jugada política
contra la manifiesta voluntad mayoritaria de los miembros del propio partido,
se cruzó la raya de la gobernabilidad democrática en favor de un peligroso
ejercicio de autocracia.
Cuando se usa el poder para enviar centenares de efectivos armados para “proteger”
el miedo de un grupo de mercaderes políticos temerosos de su sombra como un
reconocimiento de su traición, el gobierno se convierte en el titiritero que
maneja el poder político y militar con fines inconstitucionales y se coloca
fuera de la ley.
El bochornoso espectáculo ofrecido por Miguel Vargas Maldonado y su
minúsculo grupo de seguidores fue una demostración de uso abusivo del poder en
favor de un propósito político que habrá que ver si la sociedad dominicana está
dispuesta a soportar.
Ese uso abusivo e ilegal de efectivos armados fue la más palpable
demostración de que el gobierno está colocando los huevos en una canasta
equivocada.
El usurpador y traidor Vargas Maldonado necesitó un abusivo despliegue de
fuerzas para “sesionar”, menos de una hora, con improvisados miembros de un
supuesto Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Dominicano y
ofreció una demostración de que tiene tan pocos seguidores que no pueden actuar
sin la muleta del Partido de la Liberación Dominicana.
Luego de tanta alharaca, de tanto ocultar su pírrica militancia, las
expectativas fueron tan fallidas como cuando los montes parieron un
insignificante ratón.
El jueves se demostró que la militancia del PRD está del lado de la
democracia y dispuesta a defender su disposición a vivir en libertad y ejercer
sus derechos políticos por encima de quienes se opongan a que los dominicanos
busquemos un lugar digno bajo el sol.
Ahora, esperemos el próximo paso.
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