Biografía

Nació en Sabana de Chavón, La Romana, el 9 de Noviembre de 1937. Estudió derecho y periodismo en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Fue cónsul en La Guaira, Venezuela y viceministro de la Presidencia del gobierno que encabezó el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.

Ha publicado ensayos sobre el origen del merengue y la narrativa dominicana. Es autor de los libros “Cuentos del Abuelo Julio”, “La ciudad clandestina y los secretos del General” y una novela llamada “Al final del arco iris” (1982). Sus cuentos “A partir de esta noche” y “Sonámbulo” fueron premiados por el Movimiento Cultural Dominicano y Casa de Teatro, respectivamente.

Inició y dirigió por muchos años, el suplemento “Cultura” del periódico El Nacional de ¡Ahora! “Cultura” pronto se convirtió en vocero de voces dominicanas nuevas. “Cultura” estaba abierto a todas corrientes literarias, a diferencia de otros suplementos culturares que existieron (y quizás todavía existen) en la República Dominicana, que eran “mafias literarias” para exponer puntos de vista, tendencias literarias que eran defendidas y/o promovidas por esos “intelectuales”.

Su prosa es precisa y sus temas son en general sociales. Escribió un cuento breve que está entre los cinco o seis mejores cuentos breves escritos en español

jueves, 15 de agosto de 2013

La perversión de la democracia



La perversión de la democracia

La perversión de la democracia debe preocuparnos permanentemente si es que queremos vivir bajo un sistema de justicia y libertad.
Para ello debemos poner en contexto aquello de que la democracia es el sistema donde con el voto popular se crea “el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo”, como lo definió el inmenso Abraham Lincoln.
Pero es oportuno preguntar ¿democracia es votar cada cuatro años para que cambien las caras de quienes manejan la administración? ¿Es el voto el único derecho que tiene el pueblo bajo la democracia?
La democracia debe ser un estilo de vida en el cual el pueblo tenga no sólo el derecho de elegir y ser elegido, sino un sistema que garantice vivir sin temor porque las instituciones públicas garantizan el respeto al derecho de cada quien.
La democracia va mucho más allá de consignar la igualdad en textos que nacen carcomidos por el abuso, el ejercicio arbitrario del poder, por la maldad de quienes engañan para alzarse con el poder.
Votar es el primer paso que debe dar un pueblo para iniciar la construcción de la democracia, pero ese voto debe estar rodeado de todas las garantías de seguridad desde antes de que se inicien las campañas electorales.
Esas garantías incluyen el castigo real y severo a quienes violan la majestad del voto comprando voluntades, en componenda con las autoridades electorales, usando el poder policíaco-militar del Estado, rebañando los empleados del gobierno para forzarlos a votar en contra de sus deseos, amenazando y ordeñando a comerciantes e industriales con el cobro de multas por delitos fiscales inexistentes.
Esas y otras garantías deben se ofrecidas y aplicadas para rodear el voto popular de la seguridad necesaria para que el pueblo acuda a la cita que lo llame a participar en nuevos comicios.
Aquí se ha seguido el librito para crear la dictablanda que nos agobia con guante de seda y con la apariencia de que vivimos bajo un régimen de derecho.
El fomento y creación del partido único, que copa el Congreso, los Tribunales Superiores y el gobierno, permite que gobernantes y politiqueros jueguen con el hambre y la paciencia del pueblo hasta que se rompa el cántaro mientras extraen agua del pozo.
El engaño, la mentira, la traición se imponen durante un tiempo, pero que no olviden, como dijo Lincoln: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.
La pervertida democracia que vivimos llegó al PRD y mejor temprano que tarde saldrán sus detentadores con la sábana por un canto.
¡Están advertidos!

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