Biografía

Nació en Sabana de Chavón, La Romana, el 9 de Noviembre de 1937. Estudió derecho y periodismo en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Fue cónsul en La Guaira, Venezuela y viceministro de la Presidencia del gobierno que encabezó el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.

Ha publicado ensayos sobre el origen del merengue y la narrativa dominicana. Es autor de los libros “Cuentos del Abuelo Julio”, “La ciudad clandestina y los secretos del General” y una novela llamada “Al final del arco iris” (1982). Sus cuentos “A partir de esta noche” y “Sonámbulo” fueron premiados por el Movimiento Cultural Dominicano y Casa de Teatro, respectivamente.

Inició y dirigió por muchos años, el suplemento “Cultura” del periódico El Nacional de ¡Ahora! “Cultura” pronto se convirtió en vocero de voces dominicanas nuevas. “Cultura” estaba abierto a todas corrientes literarias, a diferencia de otros suplementos culturares que existieron (y quizás todavía existen) en la República Dominicana, que eran “mafias literarias” para exponer puntos de vista, tendencias literarias que eran defendidas y/o promovidas por esos “intelectuales”.

Su prosa es precisa y sus temas son en general sociales. Escribió un cuento breve que está entre los cinco o seis mejores cuentos breves escritos en español

jueves, 11 de abril de 2013

Juan Bosch y el hombre de Hong Kong



Juan Bosch y el hombre de Hong Kong

Ernesto Vitienes le facilitó a su amigo Juan Bosch un apartamento porque todos temían alquilarle una casa. Era el gobierno de Balaguer. Hasta entonces, el líder del PRD dormía uno o dos días en casa de amigos.
Bienvenido Corominas Pepín, José Joaquín Puello Herrera, Carlos Ascuasiati Álvarez, Miguel Vila Piola, Rafael Corominas Pepín, José Delio Guzmán y otros amigos recibieron a Bosch en sus casas.
Bosch exigía que su estadía fuera tan secreta que ni el servicio doméstico podía saber de su presencia. Tan pronto alguien del servicio lo veía nos llamaba a Manuel Ramón García German y a mí para que lo cambiáramos de sitio. En ocasiones resultaba difícil hallar de inmediato otro alojamiento.
No tengo idea de si Bosch leyó novelas policíacas y de misterio de las que se vendían a 10 centavos en la década de 1950.
En mi primera juventud, ahora ando por la quinta, leí no sé cuántos cientos, quizá miles de novelas de vaqueros, policíacas, de misterio y novelas rosa. Eran textos escritos y leídos para ocupar el tiempo en algo útil.
De las novelas policíacas recuerdo, especialmente, una que relataba la vida de un hombre de Hong Kong de gran influencia, cuyo poder era provenía de miles de personas que trabajaban para él.
La actividad de aquel empresario consistía en mantener una gran red de información que, por supuesto, sabía vender a quien le conviniera, a quien le beneficiara.
Aquel magnate construyó un imperio de la información real, veraz, inmediata que provenía siempre de fuente segura, le llegaba constantemente, era su gran fuente de poder.
¿De dónde obtenía el magnate las informaciones? De personal subalterno, de la gente que trabaja, actúa al lado de las otras personas que hablan, dicen, maldicen e informan lo que deben y lo que no deben informar a los extraños.
El hombre de Hong Kong era la persona mejor informada de aquella ciudad. Las doñas que entraban los amantes a la casa, los hombres que se ocultaban con hermosas jóvenes en fumaderos de opio, los sitios de juego clandestinos, el tráfico de joyas, drogas, armas, en todas esas actividades participaba alguno de sus informantes.
Aquí hoy, los vendedores callejeros de frutas, frutos, tarjetas de llamadas telefónicas, cigarrillos al detalle, caramelos, son haitianos. Llegan hoy y mañana están incorporados a la actividad productiva.
Esos productos hay que comprarlos, colocar los vendedores en determinados puntos. Hay un negoción que demanda muchos millones para la compra de tarjetas telefónicas, frutos y frutas y en la colocación de personal de servicio doméstico.
¿Quién financia esas actividades? ¿A quién le informan? ¿Quién es el hombre de Hong Kong?
El hombre de Hong Kong está mejor informado que el gobierno ¡ojo con eso!

sábado, 6 de abril de 2013

Para lo que seamos buenos



Para lo que seamos buenos

Cuando Claudio regresó de Chile vino a vivir a Puerto Rico. Nunca avisó que venía al país pero indefectiblemente se presentaba en casa y sosteníamos conversaciones ninguna de las cuales terminó antes de cinco o seis horas.
Claudio quería ponerse al día sobre la actitud y la práctica política de compañeros de la Guerra de Abril de 1965 y de otras personas, así sabría cómo manejarse con ellos.
¿Recuerdas aquel compañero que acompañaba al Coronel Peña Taveras? Pues me lo encontré en un pasillo de la Secretaría de Finanzas y me informó que había tenido que engancharse a la Policía y lo enviaron al Servicio Secreto para que vigilara a los compañeros “pero usted sabe cómo es, jefe, esta gente no sabe más que nosotros” Y no lo volví a ver.
Me correspondió informar a Claudio sobre todos los tránsfugas, los vendidos, los calieses. Pero sobretodo me tocó informarlo sobre la gente buena, firme, patriota, democrática, que echaba la pelea contra la dictablanda balaguerista que construyeron los yanquis y la dejaron como un regalo envenenado, como un freno al desarrollo político del pueblo dominicano.
Esas largas y ricas conversaciones se desarrollaban en un marco de nadie sabe cuántas tazas de café y cigarrillos que se apagaban al encender el siguiente con la colilla.
Es verdad que hablábamos, Claudio y yo. En veces, mi Miriam apuntaba algún dato o completaba una información.
En aquella ocasión Claudio llegó cuando comenzaba la tarde. El protocolo era conocido y se ejecutaba religiosamente: café, cigarrillos, tranquilidad y conversación.
Antes de que Claudio comenzara a preguntar, o yo a informar y comentar, le dije: “cuando veas al Chief-chief (Jefe-jefe) dile que aquí no vengan con guerrillas porque los van a matar a todos y yo voy a estar escondido”
.?De dónde salía lo de Chief-chief? En la tradición de la Marina los jefes de áreas con llamados Chief y Francisco Alberto Caamaño Deñó era el Jefe de todos los jefes.
Claudio insistió en que no viajaría a Cuba pero yo sabía que viajaría acompañado por el Coronel Jorge Gerardo Marte Hernández y el objetivo del viaje era convencer a Francisco Alberto de que saliera de Cuba. Esa es otra historia.
A Claudio y Fabiola Caamaño les mataron un hijo de una manera vil. Claudio y Fabiola denuncian que los amenazan porque quieren que se haga justicia en el caso de su hijo, muerto por un disparo que supuestamente no iba dirigido a él. Ahora quieren matar dos veces al hijo de Claudio y Fabiola.
Mis hermanos Claudio y Fabiola Caamaño saben que cuentan con nosotros, con los de mi casa. Estamos a su mandar, para lo que seamos buenos. Nada más ni nada menos.

miércoles, 3 de abril de 2013

¡Pero bueno!



¡Pero bueno!

El gran reto de mi generación es completar la tarea que nos impusimos hace 60 años, cuando éramos unos niños que comenzábamos a entender “las cosas de la políticas”
El diario El Caribe era el único de circulación nacional a comienzos de la década de 1950.
No puedo recordar, y mi interlocutor de entonces murió hace años, qué día ni cómo comenzamos a discutir la política de Francia, Alemania, Inglaterra, que se publicaba día tras día.
Entonces aprendimos a leer entre líneas no escritas y a escuchar frases no pronunciadas en las publicaciones del régimen de Trujillo.
Nos propusimos, y hemos logrado bastante, crear un movimiento que permitiera llevar la nación hacia la democracia, hacia un régimen de libertades públicas, a un gobierno en el cual se impusiera y se respetara la dictadura de la ley, una situación en la que la administración de las leyes se llevara a cabo sin favor ni temor, sin jueces claudicantes, sin magistrados vendidos al poder.
Mi compañero de sueños de libertad era Milcíades Tejada (Chimuelo) un brillante joven, luego abogado, cuyos artículos bien ponderados, profundos e inquietantes, poblaron las páginas de la revista ¡Ahora! con acertadas reflexiones sobre la democracia. Milcíades se fue muy joven, antes de que terminara de pulir el diamante que se avizoraba en sus escritos y en su conducta.
Participamos de la euforia colectiva posterior a la decapitación de la tiranía y comenzamos a sufrir los embates de fuerzas que se mantuvieron al acecho esperando heredar las riquezas, el poder y la capacidad de dominación del tirano, sin su presencia omnímoda, avasallante, egoísta.
Vimos como una mancuerna entre los poderes económico, político y militar llevó al país a la guerra y se prestó cobardemente a apadrinar una intervención e invasión de tropas extranjeras.
El general de la montonera Gollito Polanco, luego de venderse al gobierno, dijo esta frase echada al aire como una maldición: “la pa e buena, pero con cuaito”.
La práctica constante del descaro permite que alguna gente crea que los demás somos estúpidos.
¿Quién se iba a imaginar a Leonel Fernández presidiendo una reunión donde se dispusiera gestionar la modificación del contrato, prohijado por él, que rebajó las regalías e impuestos producto de la explotación del oro de Pueblo Viejo?
¿Y cómo creer declaraciones de Miguel Vargas Maldonado, quien repite lo que dijo su amo político, si ambos son los responsables del contrato con la Barrick Gold?
Lo grave no es lo que ha pasado, sino lo que falta por ver de estos descarados. Los tiempos corren, las ideas y acciones de algunos hombres se mantienen con una persistencia malsana, maliciosa, perniciosa, brutalmente desilusionante.
No permitamos que se salgan con la suya. Así no fue que hablamos.