Compraron la impunidad
Cuando Hipólito Mejía y su equipo económico
denunciaban el irresponsable y doloso dispendio de fondos públicos que realizaba
Leonel Fernández, mucha gente pensaba que se trataba de un argumento de campaña
para desacreditar el gobierno.
Se denunció una y otra vez que Leonel repetía la
política del 2000 cuando dejó las arcas públicas vacías y el Presidente
Hipólito Mejía hubo de solicitar un crédito al Banco de Reservas para pagar los
empleados públicos.
En agosto del 2000 se le debía a contratistas, y a
contratados de última hora, más de 25 mil millones de pesos, que debía pagar el
gobierno del PRD y, además, invertir miles de millones de pesos en terminar
obras improductivas e innecesarias, iniciadas para cobrar el 10 por ciento del
dinero que se entrega como avance para comenzar las obras. Sincerar el precio
del petróleo y sus derivados fue otra canana que dejó Leonel.
Si se toman en cuenta que el gobierno creó un
desequilibrio presupuestas en las finanzas al gastar 125 o 140 mil millones por
encima de los ingresos del 2012. En cualquier país que se respete tanto el
mandatario como sus colaboradores tendrían que responder ante los tribunales
por violaciones a la Constitución de la República.
En la parte final del artículo 233, la Constitución
habla de la elaboración del presupuesto y dice que el mismo debe ser “realizado
en un marco de sostenibilidad fiscal, asegurando que el endeudamiento público
sea compatible con la capacidad de pago del Estado”
El gobierno sólo puede cuadrar sus cuentas con un
préstamo del Fondo Monetario, por eso no presentará el proyecto de presupuesto
y violará la Constitución que ordena que tal propuesta se presente a mas tardar
el primero de octubre y el FMI dice que hablarán en enero.
Para permanecer en el poder hicieron lo que sabemos y
muchas cosas más, necesitaban comprar la continuación de la impunidad y crearon
un sobregiro histórico de las cuentas del gobierno. Lo peor es que nos robaron
las elecciones y ahora nos quieren hacer pagar los platos rotos.
Esa impunidad se compró con el Estatuto del Ministerio
Púbico, que continuará la permisividad y el asalto político de los tribunales
superiores que miran hacia el otro lado, para no enterarse de la corrupción y
el pillaje.
Ya lo decía el Libertador Simón Bolívar: “los códigos,
los sistemas, los estatutos por sabios que sean, son obras muertas que poco
influyen en las sociedades, ¡Sólo hombres virtuosos, hombres patriotas, hombres
probos, constituyen las Repúblicas!”.
Y debéis convenir conmigo en que los administradores
de las leyes, los que deben imponer la justicia, son ciudadanos bien
agradecidos que entregaron sus cabezas a quien los designó.
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