Ni locos ni
borrachos
En
toda sociedad hay códigos no escritos que se aceptan como oro de buena ley, son
leyes y costumbres creadas por la práctica: el Partido Revolucionario
Dominicano no es la excepción.
En
el viejo PRD se creía y se luchaba por la conquista y construcción
de la libertad, la democracia y la justicia social, como reza en su escudo.
Era
el tiempo de convertir en realidad los sueños de poder hacer, decir, vivir,
planear, ejecutar, estudiar, lo que nos viniera en ganas y actuar siempre,
dentro de los cánones morales.
El
pueblo perredeísta marcaba el rumbo del grupo, puesto que los militantes
organizados ejercían su derecho a rechazar o acatar las directrices de los
organismos superiores, desde los comités de base hasta llegar al Comité
Ejecutivo Nacional.
Aún
el partido no había sido enganchado con un narigón; el oro no había
penetrado el PRD, que trajo la consigna: “Vergüenza contra dinero”, como
un estandarte de lucha para reivindicar la moral en el gobierno y contribuir a
disminuir, hasta hacerlas desaparecer, las ancestrales carencias del pueblo
dominicano.
Fue
un tiempo que uno puede evocar con orgullo si fue capaz de colocar aunque fuera
un grano de arena, en la inmensa montaña de buenas voluntades que se unieron
para imponer la decisión de la mayoría en las elecciones.
El
Partido Revolucionario Dominicano siempre fue implacable con quienes violaban
sus estatutos, con quienes violaban los principios morales. Ello es lo que
explica la expulsión del expresidente José Rafael Molina Ureña y de
Enriquillo del Rosario Ceballos, porque aceptaron un puesto en el gobierno de
Joaquín Balaguer sin permiso del PRD.
Ese
viejo Partido Revolucionario Dominicano, que entonces era joven, ahora pasa de
50 años, estaba integrado mayormente por gente de bien, gente decente,
honrada, trabajadora, estudiosa, gente de ejercicio profesional correcto
Fueron
los tiempos en que la ortodoxia perredeísta condenaba como traidores a quienes
querían legalizar las farsas electorales de Balaguer. Del fondo de la reunión
un compañero gritó: “quien divide traiciona”. Este es el tiempo de decir:
“quien traiciona divide”.
Si
eran traidores los que querían que el PRD participara en elecciones amañadas
¿Cómo calificar a Miguel Vargas Maldonado luego de que dificultara,
torpedeara, boicoteara la unidad del partido, para beneficio de la nueva
bandera que acogió para participar en política?
¿Hasta
dónde ha caído el respeto a los principios morales, que se habla, como si fuera
una gracia, de que el traidor sea reivindicado por el partido, como ya fue
favorecido por jueces de su nueva bandera política, con un fallo inmoral
emitido por el Tribunal Electoral?
Alguien
gritó: “aquí lo que pasa es que todos estamos borrachos” no es verdad: ni
locos ni borrachos.
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