Biografía

Nació en Sabana de Chavón, La Romana, el 9 de Noviembre de 1937. Estudió derecho y periodismo en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Fue cónsul en La Guaira, Venezuela y viceministro de la Presidencia del gobierno que encabezó el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.

Ha publicado ensayos sobre el origen del merengue y la narrativa dominicana. Es autor de los libros “Cuentos del Abuelo Julio”, “La ciudad clandestina y los secretos del General” y una novela llamada “Al final del arco iris” (1982). Sus cuentos “A partir de esta noche” y “Sonámbulo” fueron premiados por el Movimiento Cultural Dominicano y Casa de Teatro, respectivamente.

Inició y dirigió por muchos años, el suplemento “Cultura” del periódico El Nacional de ¡Ahora! “Cultura” pronto se convirtió en vocero de voces dominicanas nuevas. “Cultura” estaba abierto a todas corrientes literarias, a diferencia de otros suplementos culturares que existieron (y quizás todavía existen) en la República Dominicana, que eran “mafias literarias” para exponer puntos de vista, tendencias literarias que eran defendidas y/o promovidas por esos “intelectuales”.

Su prosa es precisa y sus temas son en general sociales. Escribió un cuento breve que está entre los cinco o seis mejores cuentos breves escritos en español

viernes, 14 de septiembre de 2012

La lucha es larga, comencemos ya


La lucha es larga, comencemos ya
En las elecciones se enfrentaron dos corrientes conservar el poder para continuar con la permisividad ante el delito y el cambio para que se detuviera y persiguiera la corrupción.
Amarrar los votos de los electores en el 2010, permitió que los legisladores continuaran en el ejercicio hasta el 2016 en una excelente jugada de ajedrez, realizada como una brillante demostración de sabichosería colocada para beneficio del mal.
Se buscaba que los delitos cometidos entre los años 2004 y 2016, no fueran objeto de persecución judicial puesto que, en nuestro país, el mayor plazo para la prescripción de la pena es de 10 años.
Al PLD se le robó su voluntad electoral cuando Leonel Fernández engaño a Danilo Medina y usó todo el poder económico del gobierno para impedirle que fuera candidato presidencial en el 2008, por lo que Medina dijo: el Estado me derrotó.
Leonel empleó los recursos públicos de manera corrupta e ilegal para mantenerse en el poder en el 2008 y luego actuó igual, en el 2010, para asegurarse una mayoría que le permitiera reformar la Constitución como si se tratara de un traje a la medida. Se buscó a Miguel Vargas Maldonado que no fue el sastre, porque solo sirvió como segundón, para sorjetear una ropa que acogota la democracia.
Ya con la mayoría congresual y la extraña muleta de un dirigente de “oposición”, terminó de fabricar el traje que le permitiría contar con legisladores que actuaron como borregos, para votar una Constitución tan “moderna” que crea Tribunales Superiores para ponerlos en manos de un hombre y un partido.
Leonel Fernández y sus asesores decidieron montar una dictadura constitucional, para lo cual también votaron un Estatuto del Ministerio Público que permite la inamovilidad de los Procuradores Fiscales.
Durante la campaña electoral los números no le daban, las encuestas no los favorecían, decidieron utilizar todos los mecanismos a su alcance: dinero del Estado y mal habido, chantaje a empresarios, avances para obras que no iniciaron, militares, policías y una formidable claque de chupamedias y cagatintas, que encantaron con sus engaños a gente crédula.
Leonel repitió el uso de los recursos públicos y todas sus malas artes, para catapultar a Danilo. Aún el mismo día de las elecciones amenazaron, desequilibraron la voluntad popular hasta lograr su principal objetivo: tener la impunidad que ofrece un Fiscal que desestima la querella y un Tribunal Superior que obedece al amo que le ordena.
Ya con el control de los Poderes del Estado por un partido y su líder, éste se dedica a disfrutar de la bonanza que le reditúan sus bienes “políticos”.
Estamos jodidos. La consigna de la hora es: quitemos obstáculos y trabajemos para el 2016.

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