Cada quien habla
La
vida no es un ejercicio filosófico. La vida es un compromiso contraído por
nuestros antepasados, un ejercicio que se trasmite a partir de la experiencia
que adquirimos durante el tiempo de la importantísima educación doméstica.
Por
eso me resulta tan duro pensar que hay gente a quien en su casa le enseñaron
que lo importante es tener fortuna, sin que importe la forma en que se
adquiere.
Y
me pregunto ¿cómo le enseña un padre a un hijo a ser marrullero, a decir una
cosa y hacer la contraria, a mentir con el rostro cerrado con un gesto que
quiere indicar seriedad y luego actuar a la inversa del compromiso adquirido?
Aunque
no me interesa para enseñarlo a mis descendientes, me gustaría saberlo para
prevenir a los nietos más pequeños.
Por
supuesto, si admitimos que los hijos se educan de tres formas: con ejemplo, con
ejemplo y con ejemplo, habrá que convenir en que somos víctimas de gente que
demuestra una pésima educación hogareña.
No
sé si es que somos buena gente o que somos unos pendejos, como dijo el político
y escritor venezolano Arturo Uslar Pietri y sabrosea mi hermano Juan Taveras
Hernández (TH) o puede que seamos de reacción lenta.
Un
amigo criticaba a los dominicanos porque habíamos permitido que Trujillo
gobernara 31 años. Lo dejé hablar. La conversación era en Macuto, Venezuela y
cuando terminó sólo le respondí, aquel gobernó 31 años y lo matamos, ustedes
dejaron escapar a Pérez Jiménez por el aeropuerto de La Carlota.
El
dinero ciega a mucha gente cuando lo tiene cerca, aunque sea ajeno. Algunos
entienden que el dinero todo lo vence, sirve para ocultar la riqueza de origen
espurio bajo un manto de olvido.
Vivimos
bajo la sombra de riquezas y teneres que comenzaron, en el siglo XIX con las
concesiones para exportar maderas, hasta la entrega de algunas aduanas a
particulares. Hoy, descendientes de esos señorones son señorones y nadie los
cuestiona.
Los
trujillistas que salieron de las orillas de los pueblos y de campos remotos y
terminaron millonarios, robando y asesinando inocentes, fueron los padres y
abuelos de muchos señorones de hoy que nadie cuestiona.
Con
esos ejemplos históricos ¿qué han hecho los muchachos del Partido de la
Liberación Dominicana? Convertirse en señorones. Piensan que si no fue
procesada la oligarquía creada durante el gobierno de Ulises Heureauxni la
surgida en el gobierno de Trujillo, ellos tampoco tendrán que justificar el
súbito enriquecimiento inexplicable que han experimentado.
Por
ahí dicen que “estudiando cualquiera pasa” y también dicen que “cada quien
habla de la fiesta según como le fue”. Pero no puede ser que haya otro robón y
cuenta nueva.
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