Perdemos, perdemos…
¡Ay! de los países que no saben respetar sus símbolos fundamentales.
La historia puede sufrir retrasos pero de manera inexorable camina hacia adelante,
aunque a veces parece recular. La historia no recula, reculamos los hombres
cuando no somos capaces de construir y leer el curso que debe llevar la vida
para que los pueblos disfruten de libertad y justicia.
Apena ver que la ignorancia, la imposición, el temor, la cobardía política
y la conducta acomodaticia de algunos, logren imponerse sobre lo que debe ser
el respeto permanente a los símbolos.
La Patria la fabrican los héroes que saben dar el paso adelante en el
momento en que muchos vacilan, se quedan atrás, se “aguachapan”, se hacen los
locos, los sordos.
La Patria es la forja en donde los hombres de verdad, los que tienen voz,
los que son capaces de escuchar su llamado, acuden sin vacilaciones en procura de
crear un modo de vida independiente, libre, donde todos tengan el derecho a
vivir sin temor, en un sistema donde la justicia y la libertad sean respetadas
por encima de cualquier otra consideración.
Esa Patria forjada al calor de convertir los sueños de independencia,
respeto a la Constitución y las leyes, donde los hombres buenos son los
honestos, los estudiosos, los trabajadores, aquellos a quienes les duelen las
injusticias y luchan contra ellas, tiene que mantener una prédica constante en
el hogar, en la escuela, en la iglesia, en la sociedad, en todos los
escenarios, para que se mantenga fresca, viva, digna de ser defendida contra
todos aquellos que atenten en su contra.
Sin ánimo de comparaciones odiosas ¿acaso el Himno Nacional debe estar por
encima de la conmemoración de la Restauración? La Constitución establece que:
“El Himno Nacional es la composición musical consagrada por la Ley No.700 de
fecha 30 de mayo de 1934 y es
invariable, único y eterno”. Pero una conspiración impuso en el Congreso
el irrespeto a la Restauración.
Andamos al borde del abismo sobre el filo de la navaja, se nos va la
República como la arena fina entre los dedos como la arena fina, por la acción
de conspiradores que atentan contra ella con acciones como ningunear la
Restauración y a la invasión e imposiciones de los haitianos y sus cómplices
locales.
El pueblo que no es capaz de imponer respeto a su propia Historia, será
juzgado severamente cuando pierda sus atributos, cuando pliegue la bandera de
la independencia, cuando la imposición extranjera lo subyugue y haya perdido la
libertad.
La Restauración de la República completó la labor de Duarte, Sánchez y
Mella, en una acción que se considera la consolidación de la Independencia
Nacional.
Aún hay Patria ¡Viva la República Dominicana!